Estuve caminando como loco, salí de la casa apenas con una ligera camiseta aunque afuera estuviera nevando. Buscaba un lugar donde poder sentirme como en casa, es decir, recrear al menos por un momento la calidez y la tranquilidad de tiempos pasados. Creo que tuve suerte.
LLegué a las puertas de un templo, que no me habia percatado que estaba allí, tal vez porque siendo católico, no le ponia atención a otro tipo de templos. Gracias a dios que estaba abierto, se habia terminado un servicio y yo entre sin mirar a la gente que salia, ni el decorado del lugar, ni nada. Me inqué, bajé la mirada y empecé a llorar, sin hacer ningun ruido. No porque los pulmones no quisieran estallar en un grito o porque la mente no quisiera hacer más dramático y penoso aquel momento. Solo lloré porque las lagrimas querian lavar mis ojos y limpiar mi interior.
Después de un rato logré controlarme, las lagrimas terminaron y empecé a sentir como el aire que entraba a mis pulmones inundaba mi pecho y hacia que todo el cuerpo se tranquilizara. Levante mi cabeza y pude ver la luz del sol que entraba por una ventana cercana. Por un momento me cegó pero pude al fin mirar, vi mi cuerpo y el templo completo, emanaba una luz mas ténue que la del sol de todas las cosas que me rodeaban pero de nuevo me senti parte del mundo. Feliz.
Supe que dios habia estado allí, una experiencia simple, una experiencia sublime. Afuera seguia nevando, pero yo segui viendo los colores mas vivos que la creación y que la mano del hombre puede crear. Dios esta en todas partes.
Espero que pases una feliz navidad. Mírate, tienes mas luz de la que pensabas.
