lunes, 24 de septiembre de 2007

Dos y van cero

La primera vez estaba desesperado, tomó el auto y salió de su casa a toda velocidad pensando en huir de la situación. Mientras iba manejando se imaginó en una gran cápsula en medio de un rio, autos por todos lados y personas caminando y conversando ¿que acaso no entendian lo grave de su asunto? ¿No escuchaban los gritos de angustia viniendo de su cabeza? al parecer no.
Anduvo manejando varias horas por las calles anegadas de la ciudad, a propósito se metia por las calles más inundadas, pensaba en desaparecer allí mismo en medio de la calle cual si fuera el triangulo de las bermudas. Cuando lograba salir, el lodazal era más, pues algunas lagrimas habian escapado de sus manos que estaban impregnadas de tanto limpiarse sus ojos.
Encontró en una esquina a una persona quien en su cabeza lo había ayudado ántes, solo que estaba ocupado. Esperó otra hora impacientemente al pie de su puerta, ya con sus ojos limpios de tanto enjuagarlos, ya con su mente a punto de estallar, ya con su corazon latiendo a mas no poder.

Finalmente entró lugar pero no encontró lo que buscaba, que iluso, uno esperaba ayuda y el otro esperaba otra cosa. Cogió su auto de regreso a casa, no encontró la paz que buscaba antes al contrario se sintió usado y ya no podia hacer nada más.

Llego a su casa y se tiro en su cama toda la tarde y noche, hasta que los rayos del sol lo despertaron. Pudo ver a través de ellos un nuevo comienzo, un dia más, una esperanza más, al fin y al cabo el dia anterior que se estaba derrumbando el mundo simplemente no sucedió.

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